lunes, 30 de abril de 2012

Día 4: Sur de Francia: Carcassonne y Albi

Esta página del blog describe el día 4 de 5 de nuestro viaje al Sur de Francia, Ruta de los Cátaros.

Resumen del día

  1. Ver la Cité de Carcassone de día, entrando a la fortaleza central de la ciudadela.
  2. Viajar hasta Albi, la cuna del catarismo, y ver el pueblo.
Es Lunes 30 de Abril, y nos levantamos a las 08:30 para dejar a las 09:00 el hotel de Carcassonne. A pesar de ser un hotel bastante malo, hay que reconocer que descansamos bien.

El primer objetivo del día era volver a ver La Cité de Carcassone, ahora de día, y esta vez visitar el castillo central, que sólo abre en horario laboral, y hay que pagar a parte.

Visita de La Cité de Carcassone y su castillo


A la noche anterior cuando estuvimos también en La Cité, me fijé en una zona cercana donde se podía aparcar gratis para hoy, ya que al ser laborable en la mayoría de calles había que pagar. Cerca de la ciudadela hay un estacionamiento, pero muy caro. En cambio donde lo dejamos nosotros, sólo estábamos a 10 minutos y no tuvimos que pagar nada.

Volvimos a entrar a la ciudadela por la Puerta Narbonnaise.


Pasamos por la Office du Tourisme para coger los horarios de visita a la fortaleza interior, y como no empezaban hasta las 10.00, nos dio tiempo a ver la Basílica de Saint Nazaire.


A las 10.00 nos acercamos al centro de la ciudadela, donde está la fortaleza que se visita a parte, pagando. Para entrar, vimos alguno de los sistemas defensivos que tenía, como el foso con puente. Aquí siempre hay más turistas, pero aún así se podían hacer fotos sin que nos molestáramos unos a otros.


Compramos las entradas con audioguía incluida. Aquí los passports fueron muy necesarios porque la entrada es cara (19 euros) y con ellos tuvimos más descuento. La visita fue muy interesante, gracias a la audioguía. Estuvimos dos horas, hasta las 12.00. Paseamos por las murallas, la torre del homenaje, la barbacana, los matacanes, el patio de los guardias, la armería, el camino de ronda, etc...


Cuando acabamos la visita devolvimos las audioguías, salimos del patio de entrada y volvimos a la ciudadela. Compramos unos bocadillos en una de las tiendas y los comimos en un parque cercano al acceso principal del foso.

Dimos una última vuelta por los muros exteriores para tomar las últimas fotos.


A la 13:30 volvimos a la zona donde teníamos el coche. Tomamos una última foto de La Cité desde el Pont Vieux, como despedida de Carcassonne. Tuvimos que darnos prisa, porque empezó a llover.


Con el tiempo justo para no tener que sacar los paraguas, nos metimos en el coche y pusimos ruta hacia Albi, la última ciudad que veríamos de nuestro periplo por las tierras cátaras.

La ciudad de Albi


Albi fue la cuna del catarismo, pues aquí es donde se fundó este movimiento. En los foros de viajeros que nos informamos antes de salir, todo el mundo reconocía que era una ciudad muy bonita y recomendada de visitar, por tanto la incluimos en el viaje.

Tras haberla visto, reconocemos que la ciudad es bonita pero está bastante lejos de Carcassone, y no merece la pena todo el viaje a no ser que se tengan realmente muchos días de vacaciones. En nuestro caso, lo hubiéramos podido eliminar tranquilamente del viaje, porque la cantidad de kilómetros que tuvimos que hacer para llegar no compensa lo que luego vimos ahí.

Aún así, la ciudad es bonita y tiene su encanto, como todas las localidades de este departamento de Francia.

Albi está a 160 kilómetros de Carcassone por autopista (desviándose hasta Tolouse para luego retroceder), o a 110 kilómetros en línea recta por carreteras comarcales y nacionales. El peaje sabíamos que era caro, y parecía que dábamos mucha vuelta por autopista, así que fuimos por carretera.


El viaje es largo, tardamos 2 horas. La carretera está bien, como todas las de esta zona del sur de Francia, pero no esperábamos que tuviéramos tanto trecho. Además hizo muy mal tiempo durante el trayecto. Por la zona de Castres cayó un auténtico diluvio universal, había que conducir con cuidado.

El hotel de Albi era el Inter Hôtel Le Cantepau. Sitio tranquilo, habitación correcta, WIFI gratis, y aparcamiento privado gratuito. Sin nada negativo a comentar. Llegamos a las 16:00 y aunque ya no llovía estaba bastante nublado. Nuestra primera idea al llegar era visitar la ciudad de Cordes-Sur-Ciel, a 25 kilómetros más de Albi, pero por el mal tiempo decidimos descartarlo. Como yo estaba algo cansado de conducir, descansamos en el hotel hasta las 17.00.

Hacía fresquillo en Albi, y el tiempo seguía nublado. Toda la zona interesante de ver en la ciudad está en el casco antiguo, que estaba a pocos minutos andando del hotel. Desde este puente ya se divisaba la Catedral de Albi, ¡que es el monumento religioso de ladrillo más grande del mundo!.


Antes de entrar en la catedral por dentro, vimos el Palais Berbier. Entramos en su oficina de turismo, casi antes de que cerraran, para coger información. Siendo un Lunes ya por la tarde, quedaban pocas cosas abiertas. Empezó a llover otra vez, así que sacamos los paraguas.


Tras el Palais Berbier fuimos ya a ver la Catedral de Albi, que es espectacular, y como dije, la más grande de ladrillo del mundo. Primero la vimos por fuera:


Luego vimos la catedral por dentro, antes de que cerraran a las 19.00. Al salir, seguía lloviendo y haciendo mal tiempo. Nos quedamos bastante fríos y acartonados, así que nos metimos en una cafetería a tomar unos crèppes y cafés calentitos.


Fue una gran idea, porque entramos en calor y salimos muy recuperados. Teníamos mp3 de Albi grabado en el móvil con locuciones de la ciudad, así que aprovechamos para escucharlos. Al cabo de poco rato paró de llover, con los mapas que nos dieron en la oficina de turismo, hicimos las rutas amarilla y roja, que nos dieron una vuelta por el centro histórico para ver los edificios más importantes. Siendo un Lunes tarde, no había casi gente por la calle. Es una ciudad/pueblo bastante tranquila.

Cenamos unos panninis en un puestecito cercano a la iglesia. Al volver, cruzamos el Pont Vieux de la ciudad, que es el puente más antiguo de Francia, donde tomamos algunas fotos.

 

Llegamos al hotel a las 22:00, ésta sería nuestra última noche de este viaje a Francia.

domingo, 29 de abril de 2012

Día 3: Sur de Francia: Villerouge, Lastours, Carcassonne

Esta página del blog describe el día 3 de 5 de nuestro viaje al Sur de Francia, Ruta de los Cátaros.

Resumen del día

  1. Ver el castillo de Villerouge-Termenès.
  2. Llegar a Carcassonne.
  3. Ver los castillos de Lastours.
  4. Visitar La Cité murallada de Carcassonne de tarde-noche.
Es Domingo 29 de Abril, y hoy nos levantamos pronto y contentos al comprobar que Kelita estaba completamente recuperada de la mala noche que pasó ayer. A las 09:30 hicimos el checkout del hotel en Quillan, y paramos en una farmacia de Esperáza a comprar algunos medicamentos, donde pude comprobar que no tengo tan oxidado mi francés del colegio, y nos dirigimos al castillo de Villerouge-Termenès.

Visita al castillo de Villerouge-Termenès


El trayecto desde Quillan hasta el pueblo de Villerouge-Tèrmenes nos llevó una hora. Carreteras tranquilas, poco tráfico como siempre, y el paisaje precioso. Por el camino vimos el Chateau d'Arques, pero no paramos a visitarlo.


Cuando llegamos a Villerouge-Termenès a las 11:30, aparcamos en un gran estacionamiento gratuito que hay antes de coger andando la ruta hasta el castillo. En esta ocasión, está a pocos minutos, y sin senderos enfilados, ya que el castillo está dentro del propio pueblo.


Compramos la entrada en la taquilla (aprovechando como siempre el descuento de los passports). La visita a este castillo venía con audioguía incluida, que consistía en la narración de Guillaume de Belibaste, el último cátaro, en la que nos describía su vida: desde sus inicios en el catarismo hasta que fue capturado y ejecutado en este castillo, en el final de la cruzada contra los cátaros liderada por Simon de Monfort por órdenes del Papa de Roma.

El castillo es muy pequeño (el más pequeño de todos los que vimos en Francia), por tanto la visita podía resultar corta,  pero al tener audioguía fue más interesante. Aún así, el precio de la entrada es caro en relación a lo poco que puedes ver.

Las salas, muy oscuras, no daban para tomar buenas fotos. Aquí tomamos alguna de la parte de la muralla:


A la 13:00 acabamos la visita, devolvimos las audioguías, y volvimos al aparcamiento para tomar ruta hasta Carcassonne, el plato fuerte de este viaje por el país de los cátaros.

Llegada a Carcassonne


Para el viaje desde Villerouge a Carcassone decidimos evitar autopistas en el GPS. El viaje fue un poco más largo, más de una hora, ya que al evitar peajes las carreteras no permitían correr demasiado. Eso si, al ir por nacionales/comarcales pudimos seguir disfrutando del verde paisaje de esta zona de Languedoc de Francia, y siempre tuvimos muy poco tráfico y se conducía muy bien. Sin tenirlo previsto, nos encontramos de casualidad con la Abadía de Lagrasse, del S. VIII. La vimos desde fuera sin entrar. Llegamos a Carcassone a las 14:00.


Carcassone es la capital de Aude, en el Languedoc-Rossillon. Tiene la ciudadela amurallada en conservación más grande de Europa. Dicha ciudadela se puede apreciar desde lejos, cuando aún faltan muchos kms para llegar.


Al ser capital de departamento, tiene mucha población, tráfico, problemas para aparcar, etc... La zona de la ciudad amurallada, conocida como La Cité, se encuentra en el centro del municipio, lo cual crea un fuerte contraste entre una zona antigua y medieval (con sus calles de artesanos, torres, murallas, puentes levadizos) con la zona urbana e industrial de la periferia.

El hotel que elegimos para la noche de Carcassonne era el Hotel Central, y tenemos que decir que fue una mierda. Fue el hotel más caro del viaje, aunque ya sabíamos que los hoteles en Carcassonne serían más caros al tratarse de una capital en lugar de un pueblo. Pero cuando llegamos con el coche, nos encontramos con un edificio de fachada muy antigua y descuidada, con un letrero cutre y una recepción que no invitaba demasiado a entrar. Por suerte, al ser domingo tarde se podía aparcar gratis. Aparcar en Carcassonne es bastante complicado, atentos.

La señora de recepción (que creemos era la dueña) no hizo ningún esfuerzo en intentar atendernos en castellano, a pesar que un porcentaje muy elevado de turistas que visitan Carcassone son españoles. Luego, no había ascensor en el hotel y tuve que llevar las maletas a peso (Kelita embarazada se libró de la carga). El hotel era más bien una casa grande, con una zona central de escaleras que iba abriendo pasillos de habitaciones.

En general por lo que vimos (estaban pintando algunas y tenían por tanto la puerta abierta) todas las habitaciones eran del mismo estilo: pequeñas, cama estrecha, y poco cuidadas. Almenos tenía WIFI gratis, pero no lo recomiendo a nadie.

Su único punto fuerte, hay que admitirlo, es que se encuentra a 15 minutos andando de La Cité, a la que iríamos por la tarde.

Tras llevarnos un poco de decepción con el hotel, decidimos descansar un rato, comimos de lo que traíamos en el coche (galletas, zumos,...) ¡y nos echamos una siesta brutal! Kelita seguía recuperándose de su mala noche de ayer.

A las 16:00 nos despertamos para ir a ver los castillos de Lastours, que se encuentran cerca de Carcasonne. Así, una vez visitada esta parte, tendríamos hoy noche y mañana para ver bien La Cité de Carcassone tanto de noche como de día, ya que son dos ambientes completamente distintos.

Visita a los castillos de Lastours


Lastours es un conjunto de cuatro torreones cátaros ubicado a 20 kilómetros al norte de Carcassonne. En su momento fueron un punto importante de defensa fronterizo, pero fueron quedando abandonados uno a uno. Su estado de conservación no es muy bueno, pero al estar ubicados todos juntos en una colina permite observar un paisaje precioso. Llegamos en unos 20 minutos.


Aparcamos en el propio pueblo, bastante cerca de la entrada de venta de tiquets. Por supuesto, aprovechamos los passports para obtener descuentos, los teníamos ya más que amortizados.

Empezamos la visita a las 16:15. La colina para ver los castillos de Lastours es muy empinada, y en ocasiones hay peldaños y bastante altos. Fuimos poco a poco, para que Kelita no se cansara con su embarazo.


De las cuatro torres de Lastours vimos la de Qherthineux, Cabaret y Tour Regine que son las que están más cerca entre ellas. Está todo muy bien señalizado.


La mayoría de turistas que encontramos en Lastours eran españoles. Al terminar de ver las torres, bajamos de nuevo al principio del recorrido. Con la entrada se incluía un acceso al Mirador de Belvedere, alejado a unos pocos kilómetros del pueblo, y desde el que se obtienen unas vistas perfectas de los cuatro castillos de Lastours.


A las 18:15 volvimos de nuevo a Carcassone, al hotel. Descansamos un rato y nos preparamos para ir a ver la Cité por la tarde noche.

Anochecer en La Cité amurallada de Carcassonne


Desde el hotel teníamos unos 20 minutos de paseo tranquilo, cruzando el Pont Vieux, hasta la entrada a La Cité, la ciudadela amurallada más grande de Europa. Aquí ya había bastantes turistas, y la verdad es que lo merece porque el sitio es espectacular. Es como una ciudad dentro de un castillo medieval, al más puro estilo "Canción de Hielo y Fuego", como si estuviéramos en Aguasdulces o Desembarco del Rey.


Entramos por la Porte Narbonaisse. Por dentro todo son calles estrechas llenas de restaurantes, casas de artesanos, comercios, tiendecitas,... te puedes perder fácilmente por las murallas, torres, puertas, puentes levadizos,... Se nos hizo de noche bastante rápido.


Cenamos dentro de la Cité, en La Taverne de Chateau Noir, donde yo probé el plato típico de la zona que es el Cassoulet: alubias con carne de pato. Es un plato bastante fuerte para cenar, y reconozco que me costó una digestión dificultosa, pero estaba muy bueno.


Tras dar otro largo paseo por la ciudadela, para bajar la cena, a las 22:30 volvimos al hotel, por el mismo camino que habíamos venido. Desde el Pont Vieux hicimos algunas fotos.


Al día siguiente, volveríamos a La Cité para verla de día.

sábado, 28 de abril de 2012

Día 2: Sur de Francia: Queribus, Peyrepertusse y Puilaurens

Esta página del blog describe el día 2 de 5 de nuestro viaje al Sur de Francia, Ruta de los Cátaros.

Resumen del día

  1. Ver el castillo de Queribus, en la ciudad de Cucugnan.
  2. Ver el castillo de Peyrepertusse, en la ciudad de Duihlac.
  3. Cruzar el paso de montaña de las Gorges de Galamouse.
  4. Ver el castillo de Puilaurens.
  5. Visitar el pueblo de Rennes-Le-Château.
  6. Llegar a Quillan para cenar y dormir.
Es Sábado 28 de Abril, y hoy tuvimos un día muy bien aprovechado, dentro de nuestro viaje por el País de los Cátaros, en Francia. Visitamos tres de los castillos más importantes de la zona.

Visita al castillo de Queribus


A las 08:45 hicimos el checkout del hotel de Perpignan, y conducimos hasta la ciudad de Cucugnan, que está a 45 kilómetros. Queribus era el primero de los castillos cátaros que teníamos apuntados a visitar durante este viaje. Todos los castillos de Pays Cáthare están perfectamente señalizados, es imposible perderse.

 
Llegamos muy pronto, a las 9:45 puntuales, y a esa hora no había aún nadie en el aparcamiento: llegamos los primeros. Además, hacía algo de frío y sobretodo mucha niebla. Tanta, que estábamos al lado del coche aparcado y ni siquiera veíamos aún el castillo, cuando en verdad lo teníamos a tan sólo 200 metros, en lo alto de la colina.

Dudamos de comprar la entrada para Queribus, por miedo a que con tanta niebla no viéramos nada. Nos cambiamos para ponernos toda la ropa de abrigo que tuviéramos (varias capas) y desayunamos galletas y zumos que traíamos desde casa.E Entonces llegó la empleada del acceso al castillo, abrió, y le preguntamos. Nos dijo que esa niebla era normal, y que acabaría bajando, así que compramos la entrada, que nos costó 5 dólares a cada uno.

Empezamos la visita a las 10.00. Pasamos la entrada y empezamos a subir la cuesta hasta el castillo. Como podéis ver, no se veía absolutamente nada del castillo por culpa de la niebla.


Con el folleto explicativo que nos dieron en la entrada fuimos viendo las diferentes salas del castillo. Desde las zonas defensivas, hasta los salones, torres del homenaje, murallas, almenas, etc... No había casi turistas, por tanto la visita fue más interesante.


Cuando mirábamos desde las murallas al horizonte no veíamos absolutamente nada ni a cinco metros de distancia. El castillo podría haber sufrido asalto o asedio y los defensores no se habrían enterado hasta tener al enemigo en las mismas puertas.


Pero, de repente, fue entrar y salir en una de las salas de la parte alta del castillo, y la niebla desapareció. Entonces pudimos observar todo el paisaje que se dominaba desde aquí.

A las 11:30 salimos. Durante el recorrido de vuelta bajando por el sendero, nos dimos cuenta de la diferencia de visibilidad respecto a la mañana. El castillo era visible desde todo el valle. Ahora pudimos hacer varias fotos del paisaje con el castillo de fondo, ¡que diferencia!


Al acabar la visita volvimos al aparcamiento. Con el tique de la entrada se incluía una proyección de Queribus que se pasaba en el museo de Cucugnan, la ciudad más cercana al castillo.

Ahí compraríamos el Sites Passport de Pays Càthare, que venden en cualquiera de las oficinas de turismo y puntos de venta de los castillos de la zona. Consiste en un sistema de cupones de descuento en el caso de visitar varios castillos cátaros. Como íbamos a ver un total de seis castillos nos salió MUY a cuenta, porque en cada castillo ahorramos entre 1 y hasta 6 euros por cada entrada, así que lo recomendamos.

Esperamos diez minutos a que empezara la proyección. Estábamos solos y el vídeo era en francés, y muy orientado a niños. Como no entendíamos nada, nos fuimos. Dimos una vuelta por el pueblo y vimos su molino, que aún funciona, y que da servicio a una panadería antigua en el pueblo que vende pan y repostería. No compramos porque era todo muy caro, aunque los pasteles y los panes de semillas tenían muy buena pinta.


Volvimos al coche y nos dirigimos a Peyrepertusse, el siguiente castillo a ver para el día de hoy.

Visita al Castillo de Peyrepertusse


Desde Queribus a Peryrepertusse sólo hay 12 kilómetros. La carretera tiene bastantes cuestas porque el castillo está mucho más elevado que el anterior. La niebla volvía a hacer acto de presencia, tuvimos que conducir con cuidado.


Llegamos al aparcamiento a las 12:30. Pagamos la entrada en la taquilla, y aquí ya empezamos a aprovechar los descuentos de los passports.

Hay un camino de unos veinte minutos para llegar a pie del castillo. Mientras tanto, lo íbamos divisando a lo alto de la colina:


Al final del camino llegamos a la entrada sur del castillo, y empezamos a visitar las diferentes estancias de Peyrepertusse. Este es el castillo de hoy donde encontraríamos más turistas, aún así no era excesivo. El tiempo volvía a empeorar y la niebla estaba cayendo cada vez más densa. Nos dimos prisa con las fotos.


Tras ver las salas interiores del castillo, subimos un poco más hasta la parte alta del castillo, donde estaba el Torreón Sant Jordi. Aquí cada vez se notaba más de nuevo la niebla:


A las 13:45 acabamos la visita. Volvimos por el sendero hasta el aparcamiento y cogimos el coche.

Comimos en un restaurante que vimos a pie de carretera, bajando del castillo, cerca de Duilhac. Nos costó 22 euros a los dos, y la verdad es que no fue gran cosa la comida y encima ¡lentísimos sirviendo!

Tras acabar de comer, nos preparamos para viajar hasta el castillo de Puilaurens, cruzando las Gorges de Galamous.

Las Gorges de Galamous i el castillo de Puilaurens


Las Gorges de Galamous es un paso de montaña espectacular, en forma de congosto, que bordea la silueta del río Agly. No era precisamente el camino más corto para ir de Peyrepertusse a Puilaurens, pero teníamos marcado cruzar este paso y poder admirarlo.

Hay que ser un conductor experto: la carretera es estrecha y se complica la conducción cuando te encuentras coches o caravanas en sentido contrario.


Ejemplo de las curvas, donde tenías que maniobrar según si te encontrabas a alguien:


A mitad de congosto vimos la Ermita de Sant Antoine de Galamous, construida en la propia piedra.


Ésta es una foto para presumir del coche recién estrenado:


Tras unas cuantas fotos más nos dirigimos al Castillo de Puilaurens, donde legamos a las 16:15.

En la taquilla compramos las entradas, y de nuevo aprovechamos el descuento del passport. La chica de la oficina (que también sólo hablaba francés) nos avisó de que el castillo cerraba a las 17:00, pero que si estábamos un poco más no pasaba nada.

Kelita, como una campeona estando embarazada, aguantó el sendero hasta el castillo, este era de los más duros porque combinaba cuestas con escaleras de piedra.


Como siempre, empezamos la visita con la foto de la puerta :-)


En el castillo de Puilaurens no encontramos casi turistas, como mucho dos o tres parejas más.


Acabamos la visita a las 17:15. Bajamos el sendero hasta la zona de la entrada. La empleada de taquillas ya se había marchado. Descansamos un rato en un banco cercano, aprovechando que se estaba fresco, y aprovechamos para cambiar de ropa y quitar botas, etc...

Visita de Rennes-Le-Château y llegada a Quillan a dormir


Tras acabar de Puilaurens, como aún era pronto, decidimos acercarnos al pueblo de Rennes-Le-Château, pues en foros de viajes lo recomendaban, y además, es el pueblo relacionado con el misterio del Párroco Saunier, que se trata en la película "El Código da Vinci".

Como el pueblo está cerca de Quillan, donde teníamos el hotel esa noche, nos fuimos para allá.


No valió demasiado la pena el trayecto. El pueblo estaba muy soso, sin nadie por las calles. Poca cosa que ver: la sencilla iglesia (en cuyo altar Saunier encontró el misterioso objeto que le llevó a París) estaba cerrada, y sólo pudimos verla desde fuera. También vimos, desde fuera, la Torre Magdala.


No había mucho más que hacer en el pueblo. Nos habría gustado pararnos a tomar algo, pero estaba todo cerrado, y no se veía demasiado ambiente, así que nos fuimos.

De vuelta paramos en un Carrefour cerca de Espéraza a comprar algunas cosillas, y llegamos al Quillan donde teníamos el hotel.

El hotel era el Inter-Hôtel Cartier, muy fácil de encontrar. No tenía parking privado pero había mucho espacio en las calles alrededor, donde se podía aparcar sin pagar. La habitación sencilla, pero suficiente. En general, alojamiento aceptable por el precio que pagamos.


Por la noche quisimos dar una vuelta por Quillan para ver el pueblo y cenar fuera, pero Kelita se encontró un poco mal. Así que para no forzar y que descansara, cenamos en una pizzería en la misma calle del hotel, donde hacían pizzas para llevar. Una pizza enorme y muy buena nos costó 21 euros. Kelita pasó mala noche, cosas de embarazo, así que ella se quedó durmiendo y yo cuidando de ella.

¡Por suerte al día siguiente estaba perfecta de nuevo!