Resumen del día
- Ver el castillo de Queribus, en la ciudad de Cucugnan.
- Ver el castillo de Peyrepertusse, en la ciudad de Duihlac.
- Cruzar el paso de montaña de las Gorges de Galamouse.
- Ver el castillo de Puilaurens.
- Visitar el pueblo de Rennes-Le-Château.
- Llegar a Quillan para cenar y dormir.
Es
Sábado 28 de Abril, y hoy tuvimos un día muy bien aprovechado, dentro de nuestro viaje por el País de los Cátaros, en Francia. Visitamos tres de los castillos más importantes de la zona.
Visita al castillo de Queribus
A las 08:45 hicimos el
checkout del hotel de Perpignan, y conducimos hasta la ciudad de
Cucugnan, que está a 45 kilómetros.
Queribus era el primero de los castillos cátaros que teníamos apuntados a visitar durante este viaje. Todos los castillos de
Pays Cáthare están perfectamente señalizados, es imposible perderse.
Llegamos muy pronto, a las 9:45 puntuales, y a esa hora no había aún nadie en el aparcamiento: llegamos los primeros. Además, hacía algo de frío y sobretodo mucha
niebla. Tanta, que estábamos al lado del coche aparcado y ni siquiera veíamos aún el castillo, cuando en verdad lo teníamos a tan sólo 200 metros, en lo alto de la colina.
Dudamos de comprar la entrada para
Queribus, por miedo a que con tanta niebla no viéramos nada. Nos cambiamos para ponernos toda la ropa de abrigo que tuviéramos (varias capas) y desayunamos galletas y zumos que traíamos desde casa.E Entonces llegó la empleada del acceso al castillo, abrió, y le preguntamos. Nos dijo que esa niebla era normal, y que acabaría bajando, así que compramos la entrada, que nos costó 5 dólares a cada uno.
Empezamos la visita a las 10.00. Pasamos la entrada y empezamos a subir la cuesta hasta el castillo. Como podéis ver, no se veía absolutamente nada del castillo por culpa de la niebla.
Con el folleto explicativo que nos dieron en la entrada fuimos viendo las diferentes salas del castillo. Desde las zonas defensivas, hasta los salones, torres del homenaje, murallas, almenas, etc... No había casi turistas, por tanto la visita fue más interesante.
Cuando mirábamos desde las murallas al horizonte no veíamos absolutamente nada ni a cinco metros de distancia. El castillo podría haber sufrido asalto o asedio y los defensores no se habrían enterado hasta tener al enemigo en las mismas puertas.
Pero, de repente, fue entrar y salir en una de las salas de la parte alta del castillo, y la niebla desapareció. Entonces pudimos observar todo el paisaje que se dominaba desde aquí.
A las 11:30 salimos. Durante el recorrido de vuelta bajando por el sendero, nos dimos cuenta de la diferencia de visibilidad respecto a la mañana. El castillo era visible desde todo el valle. Ahora pudimos hacer varias fotos del paisaje con el castillo de fondo, ¡que diferencia!
Al acabar la visita volvimos al aparcamiento. Con el tique de la
entrada se incluía una proyección de Queribus que se pasaba en el museo
de
Cucugnan, la ciudad más cercana al castillo.
Ahí compraríamos el
Sites Passport de
Pays Càthare, que venden en cualquiera de las oficinas de turismo y puntos de venta de los castillos de la zona. Consiste en un sistema de cupones de descuento en el caso de visitar varios castillos cátaros. Como íbamos a ver un total de seis castillos nos salió MUY a cuenta, porque en cada castillo ahorramos entre 1 y hasta 6 euros por cada entrada, así que lo recomendamos.
Esperamos diez minutos a que empezara la proyección. Estábamos solos y el vídeo era en francés, y muy orientado a niños. Como no entendíamos nada, nos fuimos. Dimos una vuelta por el pueblo y vimos su molino, que aún funciona, y que da servicio a una panadería antigua en el pueblo que vende pan y repostería. No compramos porque era todo muy caro, aunque los pasteles y los panes de semillas tenían muy buena pinta.
Volvimos al coche y nos dirigimos a
Peyrepertusse, el siguiente castillo a ver para el día de hoy.
Visita al Castillo de Peyrepertusse
Desde
Queribus a
Peryrepertusse sólo hay 12 kilómetros. La carretera tiene bastantes cuestas porque el castillo está mucho más elevado que el anterior. La niebla volvía a hacer acto de presencia, tuvimos que conducir con cuidado.
Llegamos al aparcamiento a las 12:30. Pagamos la entrada en la taquilla, y aquí ya empezamos a aprovechar los descuentos de los
passports.
Hay un camino de unos veinte minutos para llegar a pie del castillo. Mientras tanto, lo íbamos divisando a lo alto de la colina:
Al final del camino llegamos a la entrada sur del castillo, y empezamos a visitar las diferentes estancias de
Peyrepertusse. Este es el castillo de hoy donde encontraríamos más turistas, aún así no era excesivo. El tiempo volvía a empeorar y la niebla estaba cayendo cada vez más densa. Nos dimos prisa con las fotos.
Tras ver las salas interiores del castillo, subimos un poco más hasta la parte alta del castillo, donde estaba el
Torreón Sant Jordi. Aquí cada vez se notaba más de nuevo la niebla:
A las 13:45 acabamos la visita. Volvimos por el sendero hasta el aparcamiento y cogimos el coche.
Comimos en un restaurante que vimos a pie de carretera, bajando del castillo, cerca de
Duilhac. Nos costó 22 euros a los dos, y la verdad es que no fue gran cosa la comida y encima ¡lentísimos sirviendo!
Tras acabar de comer, nos preparamos para viajar hasta el castillo de
Puilaurens, cruzando las
Gorges de Galamous.
Las Gorges de Galamous i el castillo de Puilaurens
Las
Gorges de Galamous es un paso de montaña espectacular, en forma de congosto, que bordea la silueta del río
Agly. No era precisamente el camino más corto para ir de
Peyrepertusse a
Puilaurens, pero teníamos marcado cruzar este paso y poder admirarlo.
Hay que ser un conductor experto: la carretera es estrecha y se complica la conducción cuando te encuentras coches o caravanas en sentido contrario.
Ejemplo de las curvas, donde tenías que maniobrar según si te encontrabas a alguien:
A mitad de congosto vimos la
Ermita de Sant Antoine de Galamous, construida en la propia piedra.
Ésta es una foto para presumir del coche recién estrenado:
Tras unas cuantas fotos más nos dirigimos al
Castillo de Puilaurens, donde legamos a las 16:15.
En la taquilla compramos las entradas, y de nuevo aprovechamos el descuento del
passport. La chica de la oficina (que también sólo hablaba francés) nos avisó de que el castillo cerraba a las 17:00, pero que si estábamos un poco más no pasaba nada.
Kelita, como una campeona estando embarazada, aguantó el sendero hasta el castillo, este era de los más duros porque combinaba cuestas con escaleras de piedra.
Como siempre, empezamos la visita con la foto de la puerta :-)
En el castillo de Puilaurens no encontramos casi turistas, como mucho dos o tres parejas más.
Acabamos la visita a las 17:15. Bajamos el sendero hasta la zona de la entrada. La empleada de taquillas ya se había marchado. Descansamos un rato en un banco cercano, aprovechando que se estaba fresco, y aprovechamos para cambiar de ropa y quitar botas, etc...
Visita de Rennes-Le-Château y llegada a Quillan a dormir
Tras acabar de Puilaurens, como aún era pronto, decidimos acercarnos al pueblo de
Rennes-Le-Château, pues en foros de viajes lo recomendaban, y además, es el pueblo relacionado con el misterio del
Párroco Saunier, que se trata en la película "El Código da Vinci".
Como el pueblo está cerca de
Quillan, donde teníamos el hotel esa noche, nos fuimos para allá.
No valió demasiado la pena el trayecto. El pueblo estaba muy soso, sin nadie por las calles. Poca cosa que ver: la sencilla iglesia (en cuyo altar Saunier encontró el misterioso objeto que le llevó a París) estaba cerrada, y sólo pudimos verla desde fuera. También vimos, desde fuera, la
Torre Magdala.
No había mucho más que hacer en el pueblo. Nos habría gustado pararnos a tomar algo, pero estaba todo cerrado, y no se veía demasiado ambiente, así que nos fuimos.
De vuelta paramos en un Carrefour cerca de
Espéraza a comprar algunas cosillas, y llegamos al
Quillan donde teníamos el hotel.
El hotel era el
Inter-Hôtel Cartier, muy fácil de encontrar. No tenía parking privado pero había mucho espacio en las calles alrededor, donde se podía aparcar sin pagar. La habitación sencilla, pero suficiente. En general, alojamiento aceptable por el precio que pagamos.
Por la noche quisimos dar una vuelta por Quillan para ver el pueblo y cenar fuera, pero Kelita se encontró un poco mal. Así que para no forzar y que descansara, cenamos en una pizzería en la misma calle del hotel, donde hacían pizzas para llevar. Una pizza enorme y muy buena nos costó
21 euros. Kelita pasó mala noche, cosas de embarazo, así que ella se quedó durmiendo y yo cuidando de ella.
¡Por suerte al día siguiente estaba perfecta de nuevo!