Esta página del blog describe el día 9 de 9 de nuestro viaje a Nueva York, Washington y Cataratas del Niagara.
Resumen del día
- Pasear por la zona de GreenWich Village y el Washington Square Park.
- Ver las casas de Sex and the City i Friends.
- Parar en Columbus Circle.
- Fin de viaje Regreso a Barcelona.
Sólo nos quedaba pendiente la zona de Greenwich Village, que es bastante grande. El resto de cosas de Nueva York por suerte lo habíamos podido ver según lo planificado los días anteriores.
Nos levantamos a las 09.00 y dejamos las maletas ya preparadas. El hotel tiene consigna, pero es de pago, nos costó 3 dólares por maleta.
Desayunamos en Tisserie, unos muffins y zumos de naranja naturales. Unos 10 dólares más o menos los dos.
Paseando por Greenwich Village
Pagamos un billete sencillo de metro que nos llevó hasta la 8t Street. Ahí vimos la Grace Church y la St Mark's Church in the Bowery, de los que oímos las locuciones.
Luego fuimos caminando hasta el Whasington Square Park, del que también escuchamos la locución. Nos quedamos un rato ahí sentados, es una zona muy tranquila de Nueva York. Había un músico que tocaba el piano en la plaza, y miembros de la fundación Livestrong regalando las pulseras.
Seguimos paseando por el Greenwich Village, hasta llegar a Perry St, que es donde vivía Carrie de la serie Sex and the City, que le gusta a Kelita. Se hizo una foto en las mismas escaleras donde se sentaba la protagonista a escribir sus artículos:
Justo al lado, en Bleckeer St, está la tienda de cupcakes donde las protas de la serie desayunaban antes de ir a sus trabajos.
Continuamos andando hasta llegar a Bedford St, donde está la fachada del edificio que se usa como imagen de la serie Friends, donde se supone que viven los protagonistas Chandler y Monica, aunque la serie está grabada en Los Angeles.
En la misma calle está el piso más estrecho de Nueva York, en el 75 1/2:
Paramos a tomas fuerzas comiendo unos snacks de manzana que venden en McDonalds por 50 céntimos de dólar, ¡que estaban buenísimos!. Continuamos andando hasta llegar a Broadway. Ahí escuchamos las locuciones de Nolita y de St Patrick's Old Cathedral.
Estuvimos también visitando las tiendas de la calle, vimos como se rodaba un spot publicitario con una modelo, y Kelita estuvo mirándose unas zapatillas Converse, que al final no se compró ahí si no ya en España.
Para comer, habíamos visto en internet que uno de los sitios de hot dogs más famoso es el Gray Papaya. Como creíamos que estaba cerca, fuimos andando. Realmente no estaba tan cerca como esperábamos, o nuestras piernas ya no daban más de si. Los perritos calientes estaban ricos, y vendían zumos tropicales. El sitio era baratísimo y normalmente hay muchas colas por lo conocido que es, pero nosotros tuvimos suerte y en media hora ya habíamos acabado.
Había que ir pensando en regresar, sólo nos quedaban un par de horas en la ciudad. Cogimos el metro pagando otro billete sencillo, y nos bajamos en Columbus Circle, la plaza con el monumento a Cristóbal Colón, que está cerca luego del hotel. Ahí nos sentamos un rato a descansar y observar el ambiente neoyorkino, la plaza justo conecta con una de las entradas al Central Park.
De regreso al hotel, nos fuimos quedando por última vez con todas esas calles que tantas veces habíamos pasado durante esta semana, y que por desgracia ya no volveríamos a ver.
Regreso a Barcelona
El avión salía a las 20.30 de la tarde, y teníamos que ir del hotel al aeropuerto JFK cargando las maletas. La intención era volver a usar el metro y luego AirTrain, tal como habíamos hecho a la ida.
Pero el tiempo se puso traicionero (con el buen día que nos había hecho por la mañana) y cayó de repente una tromba de agua brutal. Eran casi las 17.00 de la tarde, y no apetecía ir con las supermaletas mojándonos por la calle, las escaleras del metro, etc... Realmente el último día de viaje siempre vas cansado.
Mientras recogíamos las maletas de consigna, limpieza de dientes y aseo previo al vuelo de 9 horas de vuelta, etc... nos encontramos en el hall del hotel con un transferista de habla hispana que ofrecía trayectos al JFK por 20 dólares en su furgoneta. El AirTrain y el metro nos iban a costar también caros, y más incómodo. Por tanto, con el cash que nos sobraba decidimos irnos con el transferista. En la furgoneta íbamos nosotros, una pareja de italianos, y otra de ingleses. El hombre condujo bien e hizo el recorrido rápido, aunque el muy pájaro tenía la furgoneta repleta de carteles, en varios idiomas, recordando la "tradición y costumbre americana" de dar propinas tras acabar un servicio.
Llegamos a las 18.00 a nuestra terminal de American Airlines en el JFK. Nos bajamos de la furgoneta y nos fuimos directamente a los mostradores de la compañía. De nuevo, como en la ida, decidimos hacer el self check-in, en los ordenadores que la empresa tiene ahí mismo. Para nuestra sorpresa, no quedaban dos asientos juntos en todo el avión (¡cuando aún faltaban dos horas para embarcar!). Me quedó la duda de si hubiéramos sacado las tarjetas de embarque en el mostrador, nos hubieran puesto juntos. Tal y como lo hicimos, nos tocó uno delante de otro, en filas diferentes, y no puedes hacer ya nada ni tirar para atrás las tarjetas.
Hicimos el bag drop de las maletas y nos preparamos para el control de seguridad. En Estados Unidos, cuando llegas el control de seguridad es exigente y metódico. Cuando te vas, no lo es tanto. Si que debes pasar por los detectores de metal, revisar ordenadores y equipaje de mano, etc... pero ni punto de comparación con todas las preguntas y comprobaciones que nos hicieron al entrar al país.
Nos quedaba una hora y media muerta antes de embarcar, así que paseamos por las tiendas del aeropuerto. Gastamos los últimos dólares que nos quedaban en unos fresh baked pretzels, que son unos panes en forma de lazo con salsa de queso.
Matamos el tiempo mirando alguna serie que traíamos en el portátil, hasta que nos llamaron para embarcar. En la cola de Primera Clase vimos que estaba Ferran Adrià el cocinero.
El vuelo de vuelta fue tranquilo, y se me hizo muy poco pesado porque dormí casi todo el rato. Lástima que Kelita no es de tan fácil sueño, y el ir sola no le ayudó tampoco a quedarse tranquila para dormirse. Nos sirvieron cena y desayuno. Y ponían pelis, pero yo el poco rato que estuve despierto fue para organizar mis notas del viaje, con las que he escrito este blog, o repasar fotos y el presupuesto y que lo tuviéramos todo en orden.
Llegamos puntuales a Barcelona, incluso con adelanto. Ahí nos esperaban mis padres para llevarnos hasta casa a descansar. El jet-lag fue duro, pero lo superamos fácil gracias a los INCREIBLES recuerdos que nos llevamos de este viaje.
Fin