domingo, 2 de octubre de 2011

02/10/2011: Greenwich Village, Columbus Circle, regreso a Barcelona

Esta página del blog describe el día 9 de 9 de nuestro viaje a Nueva York, Washington y Cataratas del Niagara.

Resumen del día

  1. Pasear por la zona de GreenWich Village y el Washington Square Park.
  2. Ver las casas de Sex and the City i Friends.
  3. Parar en Columbus Circle.
  4. Fin de viaje Regreso a Barcelona.
Es Domingo 2 de Octubre, nuestro último día en Nueva York. Ya no era válida nuestra tarjeta de siete días del MetroCard, así que el objetivo de hoy era ver lo máximo posible con desplazamientos cortos. Además, las fuerzas ya no eran las del primer día. Ésta es la jornada en la que hicimos menos fotos, además solo tuvimos medio día.

Sólo nos quedaba pendiente la zona de Greenwich Village, que es bastante grande. El resto de cosas de Nueva York por suerte lo habíamos podido ver según lo planificado los días anteriores.

Nos levantamos a las 09.00 y dejamos las maletas ya preparadas. El hotel tiene consigna, pero es de pago, nos costó 3 dólares por maleta.

Desayunamos en Tisserie, unos muffins y zumos de naranja naturales. Unos 10 dólares más o menos los dos.

Paseando por Greenwich Village


Pagamos un billete sencillo de metro que nos llevó hasta la 8t Street. Ahí vimos la Grace Church y la St Mark's Church in the Bowery, de los que oímos las locuciones.



Luego fuimos caminando hasta el Whasington Square Park, del que también escuchamos la locución. Nos quedamos un rato ahí sentados, es una zona muy tranquila de Nueva York. Había un músico que tocaba el piano en la plaza, y miembros de la fundación Livestrong regalando las pulseras.


Seguimos paseando por el Greenwich Village, hasta llegar a Perry St, que es donde vivía Carrie de la serie Sex and the City, que le gusta a Kelita. Se hizo una foto en las mismas escaleras donde se sentaba la protagonista a escribir sus artículos:


Justo al lado, en Bleckeer St, está la tienda de cupcakes donde las protas de la serie desayunaban antes de ir a sus trabajos.

Continuamos andando hasta llegar a Bedford St, donde está la fachada del edificio que se usa como imagen de la serie Friends, donde se supone que viven los protagonistas Chandler y Monica, aunque la serie está grabada en Los Angeles.


En la misma calle está el piso más estrecho de Nueva York, en el 75 1/2:


Paramos a tomas fuerzas comiendo unos snacks de manzana que venden en McDonalds por 50 céntimos de dólar, ¡que estaban buenísimos!. Continuamos andando hasta llegar a Broadway. Ahí escuchamos las locuciones de Nolita y de St Patrick's Old Cathedral.

Estuvimos también visitando las tiendas de la calle, vimos como se rodaba un spot publicitario con una modelo, y Kelita estuvo mirándose unas zapatillas Converse, que al final no se compró ahí si no ya en España.

Para comer, habíamos visto en internet que uno de los sitios de hot dogs más famoso es el Gray Papaya. Como creíamos que estaba cerca, fuimos andando. Realmente no estaba tan cerca como esperábamos, o nuestras piernas ya no daban más de si. Los perritos calientes estaban ricos, y vendían zumos tropicales. El sitio era baratísimo y normalmente hay muchas colas por lo conocido que es, pero nosotros tuvimos suerte y en media hora ya habíamos acabado.


Había que ir pensando en regresar, sólo nos quedaban un par de horas en la ciudad. Cogimos el metro pagando otro billete sencillo, y nos bajamos en Columbus Circle, la plaza con el monumento a Cristóbal Colón, que está cerca luego del hotel. Ahí nos sentamos un rato a descansar y observar el ambiente neoyorkino, la plaza justo conecta con una de las entradas al Central Park.


De regreso al hotel, nos fuimos quedando por última vez con todas esas calles que tantas veces habíamos pasado durante esta semana, y que por desgracia ya no volveríamos a ver.

Regreso a Barcelona


El avión salía a las 20.30 de la tarde, y teníamos que ir del hotel al aeropuerto JFK cargando las maletas. La intención era volver a usar el metro y luego AirTrain, tal como habíamos hecho a la ida.

Pero el tiempo se puso traicionero (con el buen día que nos había hecho por la mañana) y cayó de repente una tromba de agua brutal. Eran casi las 17.00 de la tarde, y no apetecía ir con las supermaletas mojándonos por la calle, las escaleras del metro, etc... Realmente el último día de viaje siempre vas cansado.

Mientras recogíamos las maletas de consigna, limpieza de dientes y aseo previo al vuelo de 9 horas de vuelta, etc... nos encontramos en el hall del hotel con un transferista de habla hispana que ofrecía trayectos al JFK por 20 dólares en su furgoneta. El AirTrain y el metro nos iban a costar también caros, y más incómodo. Por tanto, con el cash que nos sobraba decidimos irnos con el transferista. En la furgoneta íbamos nosotros, una pareja de italianos, y otra de ingleses. El hombre condujo bien e hizo el recorrido rápido, aunque el muy pájaro tenía la furgoneta repleta de carteles, en varios idiomas, recordando la "tradición y costumbre americana" de dar propinas tras acabar un servicio.

Llegamos a las 18.00 a nuestra terminal de American Airlines en el JFK. Nos bajamos de la furgoneta y nos fuimos directamente a los mostradores de la compañía. De nuevo, como en la ida, decidimos hacer el self check-in, en los ordenadores que la empresa tiene ahí mismo. Para nuestra sorpresa, no quedaban dos asientos juntos en todo el avión (¡cuando aún faltaban dos horas para embarcar!). Me quedó la duda de si hubiéramos sacado las tarjetas de embarque en el mostrador, nos hubieran puesto juntos. Tal y como lo hicimos, nos tocó uno delante de otro, en filas diferentes, y no puedes hacer ya nada ni tirar para atrás las tarjetas.

Hicimos el bag drop de las maletas y nos preparamos para el control de seguridad. En Estados Unidos, cuando llegas el control de seguridad es exigente y metódico. Cuando te vas, no lo es tanto. Si que debes pasar por los detectores de metal, revisar ordenadores y equipaje de mano, etc... pero ni punto de comparación con todas las preguntas y comprobaciones que nos hicieron al entrar al país.

Nos quedaba una hora y media muerta antes de embarcar, así que paseamos por las tiendas del aeropuerto. Gastamos los últimos dólares que nos quedaban en unos fresh baked pretzels, que son unos panes en forma de lazo con salsa de queso.

Matamos el tiempo mirando alguna serie que traíamos en el portátil, hasta que nos llamaron para embarcar. En la cola de Primera Clase vimos que estaba Ferran Adrià el cocinero.

El vuelo de vuelta fue tranquilo, y se me hizo muy poco pesado porque dormí casi todo el rato. Lástima que Kelita no es de tan fácil sueño, y el ir sola no le ayudó tampoco a quedarse tranquila para dormirse. Nos sirvieron cena y desayuno. Y ponían pelis, pero yo el poco rato que estuve despierto fue para organizar mis notas del viaje, con las que he escrito este blog, o repasar fotos y el presupuesto y que lo tuviéramos todo en orden.

Llegamos puntuales a Barcelona, incluso con adelanto. Ahí nos esperaban mis padres para llevarnos hasta casa a descansar. El jet-lag fue duro, pero lo superamos fácil gracias a los INCREIBLES recuerdos que nos llevamos de este viaje.

Fin

sábado, 1 de octubre de 2011

01/10/2011: Museo de Historia Natural, Upper West Side, ferry a Staten Island

Esta página del blog describe el día 8 de 9 de nuestro viaje a Nueva York, Washington y Cataratas del Niagara.

Resumen del día

  1. Visitar en detalle el Museo de Historia Natural, y ver también el Guggenheim y el Metropolitan Museum.
  2. Pasear por el Upper East Side y ver Bloomingdales.
  3. Compra de souvenirs en Chinatown y ver Tribeca.
  4. Coger el ferry gratuito a Staten Island.
  5. Cenar en el restaurante musical "Stardust".

Es Sábado 1 de Octubre y empezamos nuestro penúltimo día en Nueva York. Por primera vez en todo el viaje no nos pegamos un madrugón, si no que nos levantamos un poco más tarde, a las 09.00. Esa mañana notamos un cambio de clima brutal: bajada de temperaturas considerable respecto a días anteriores, y muchas nubes.

En Tisserie desayunamos pancakes con mermelada, y nuestros zumos de naranja natural, por 17 dólares los dos. Los pancakes los encontré demasiado empalagosos para mi gusto, ¡mucho mejor los muffins!


El plan para esa mañana era visitar el Museo de Historia Natural de Nueva York, que es el más famoso del mundo al respecto, y además a mi me hacía mucha ilusión ver porque todas las historias de las novelas de Pendergast que me gustan están relacionadas con el museo, que además ha salido en muchas otras películas.

El Museo de Historia Natural


A diferencia de otros museos de arte que hemos estado (que nos cansan rápido por no ser entendidos en la materia), éste museo nos gustó mucho.

Podríamos haber ido andando desde el hotel, porque se encuentra cerca, en uno de los laterales de Central Park, pero como aún nos duraba la MetroCard fuimos en metro. Fueron pocas paradas, y además hay la estación conecta directamente al museo por subterráneo.

El precio recomendado del museo son 15 dólares por persona. Pero en verdad también puede ser gratuito. Es decir, ellos sugieren que el precio estimado que deberías pagar por tu visita al museo, para mantener su conservación, sea ése. Pero tu puedes dar 15, 10 o 1 dólares,... lo que quieras.

Cuando llegamos a las taquillas, no había demasiada cola. Dimos cinco dólares cada uno por la entrada. Recordad que esto es así en la mayoría de museos de Nueva York: suggested prize. Por eso tal vez no vale la pena los passes que te venden con entradas a diferentes sitios de la ciudad, si sabes que incluye las entradas de los museos, pues en ellos puedes pagar lo que creas conveniente. Ninguna mala cara por parte del hombre en ventanilla por pagar de menos. Nos dio las entradas y punto. Entramos a las 10:15.

El museo es muy grande, y al principio nos perdimos por coger unas escaleras equivocadas nada más empezar, que nos dejó en la zona del Espacio. Luego nos orientamos mejor y llegamos al hall donde tienen el esqueleto de tiranosaurio y diplodocus:


Todo está repartido por diferentes sectores: mamíferos, aves, depredadores,... Cada animal tiene su propio espacio, y las piezas están muy logradas. Realmente es fascinante recorrer todas las salas, lástima que las fotos no salgan demasiado bien, y no le hacen justicia a todo lo que vimos:


Luego fuimos a la sección de culturas, desde los prehistóricos a los indios:


Y la conocida sección de dinosaurios:


También pasamos por la sección del mundo submarino:


Nos recorrimos todas las salas. Si vas a buen ritmo, en unas dos horas tienes el museo visto. Luego hay exposiciones adicionales que hay que pagar a parte, no entramos a ninguna.

Era casi la 13.00 cuando salimos. Tomamos alguna foto del museo por fuera, ya que al venir habíamos entrado directamente desde el metro:


Como estábamos en Upper West Side y queríamos ir a Upper East Side, decidimos cruzar el Central Park horizontalmente. Fue un trayecto corto andando, respirando aire fresco. Vimos otra vez un montón de runners, a pesar de que hacía un poco de frío.

Al salir al otro extremo del parque, compramos unas almendras dulces en un puestecillo (¡buenísimas! ¡¡¿porque no las descubriríamos antes?!!).

Estábamos en Upper East Side, donde viven las protas de la serie Gossip Girl que le gusta a Kelita. Cogimos un autobús que nos subió hasta el Guggenheim Museum. Tomamos algunas fotos desde fuera, pero no llegamos a entrar, porque este es privado y aquí si que hay que pagar una pasta, y encima es solo de cuadros:


Desde ahí cogimos otro autobús que nos bajó hasta la 59 St, pues queríamos ir a Bloomingdales, que son otros grandes almacenes de moda.

De bajada, pasamos por delante del Metropolitan Museum of Art, al que tampoco llegaríamos a entrar por falta de interés.

Como ya eran más de las 14.00, comimos algo en Delmonico Gourmet, que nos lo encontramos de paso. Por 20 dólares los dos comimos bastante bien, y tranquilos.

Tarde lluviosa


Todo lo que no nos había llovido durante el viaje, nos llovió entonces. Así que fuimos corriendo de comer a refugiarnos en Bloomingdales. Tras dar unas vueltas por las diferentes plantas de los almacenes, fuimos a una tienda de Clarks donde Kelita se compró unos zapatos. Como había parado un poco de llover tomamos una foto de Bloomingdales:


Descansamos un rato en el hotel, y luego nos preparamos para coger el ferry a Staten Island por la tarde. Primero paramos en Chinatown, en la estación de Canal St, donde compramos los gifts y souvenirs del viaje en las tiendas y puestecitos que había por ahí.

Luego nos acercamos a Varick St, en la zona de Tribeca, donde está la caserna que se usó como cuartel general para las películas de Cazafantasmas. Muy mal el flash aquí en estas fotos:


Luego nos fuimos en metro downtown, para coger el ferry a Staten Island. ¡Volvía a llover bastante!

Ferry a Staten Island


Staten Island es el quinto barrio de Nueva York, junto a Manhattan, Brooklyn, Queens y el Bronx. Al igual que Manhattan, es una isla. Pero ésta solo tiene conexión por mar, no hay puentes.

Staten Island Cruises es una línea de ferrys que conecta gratuitamente Staten Island con Manhattan. Es una buena manera para los turistas de tener diferentes vistas de la Gran Manzana y su skyline, y también de la Estatua de la Libertad, ya que el ferry pasa cerca de Liberty Island.

Cuando llegas a Staten Island no hay nada que ver, así que al acabar el trayecto se coge inmediatamente el ferry de vuelta. El trayecto dura unos 20 minutos, y el ferry sale cada media hora, así que da tiempo de ir y volver en el siguiente. El viaje es gratis y no hay que llevar billete sacado de antes: simplemente llegas y te subes.

Como llovía cuando llegamos al puerto, tuvimos que esperar un poco a embarcar al ferry, y subimos a las 19.30. Por suerte durante el viaje paró de llover, aunque hacía bastante frío así que estuvimos un rato en el exterior y luego ya nos metimos dentro de la cabina.


El recorrido es sencillo y en linea recta: ir y volver.

A las 20:30 ya estábamos de vuelta en Manhattan.

Cena en Stardust

Última noche en Nueva York. Para cenar, nos habían recomendado un sitio que está en la 6th Avenue que se llama Stardust. Es un bar musical donde los camareros cantan y bailan subidos a las mesas, a unas pasarelas que hay alrededor, etc... Es bastante animado y nos hacía gracia, verlo así que fuimos directamente al volver del ferry, para no pillar colas.



Al ser sólo dos personas, cuando llegamos a Stardust nos dieron mesa al instante. Pero había grupos de gente esperando en la cola. Fue divertido ver a los camareros que te sirven cómo se iban turnando para coger el micro y cantar o bailar, sólos o en grupo.



El resto de clientes (la mayoría eran neoyorkinos) también se lo pasaban en grande, y no paraban de echar propinas a los camareros.

La comida, cara y normalita: 25 dólares por persona por unos sandwich y cocacolas. Pero con el espectáculo, y siendo la última noche que cenábamos en Nueva York, podemos decir que estuvo bien.



Salimos casi a las 23:00 del restaurante. Antes de volver al hotel, decidimos pasear por última vez por Times Square, como para "despedirnos" de la Nueva York de noche. Ahí siempre hay multitud de gente: haga frío o calor y sea de día o de noche. Kelita paró en un Wallgreens a comprar cremitas y cosas que quería traerse para aquí.

Eran pasadas las doce y hacía un frío considerable. Nos fuimos al hotel a pasar nuestra última noche del viaje.